Unas horas después de fallecido y como parte de la autopsia, se extrajo el cerebro de Albert Einstein de su cráneo. Aunque fue un movimiento prohibido, en tanto que los médicos encargados del procedimiento carecían de autorización familiar, el cerebro de uno de los físicos más famosos de la historia ha sido, además de preservado, fotografiado y cortado en 240 secciones, lo que ha llevado a ser objeto de múltiples estudios.
En el trabajo más reciente, producto de un hallazgo de 14 fotografías inéditas, publicado en 2013, se describió que, entre otros resultados, contaba con patrones especiales en los surcos de la superficie media de los hemisferios del cerebro de Einstein, sobre todo cuando se le comparaba con otros 85 cerebros. Mucha controversia ha causado el decir que su cerebro es único en anatomía y que eso explica su inigualable inteligencia, en gran medida porque los cerebros de cada persona son únicos e irrepetibles.
La superficie y el ancho de la corteza de nuestro cerebro son de particular interés para los estudiosos de este órgano porque estas dos características se han asociado con nuestras características particulares neurológicas, psicológicas y de comportamiento. Debido a su función en la cognición humana, los científicos han estudiado a la corteza cerebral por mucho tiempo. Sin embargo, poco se sabe sobre la manera en que los genes están asociados con su estructura.
Buscando aumentar los estudios que analizan la relación entre los genes y la estructura de nuestro cerebro, en un nuevo estudio, en el que participaron 360 investigadores de 184 instituciones distintas, se analizaron los cerebros y el material genético de más de 50,000 personas, con el propósito de generar análisis que permitiera conocer cuáles son las diferencias o variantes genéticas que influencian en la superficie y profundidad de la corteza cerebral.
A través de la realización de imágenes producidas por resonancia magnética y estudios de asociación del genoma completo se pudo analizar 34 regiones de la corteza, de las cuales se conoce su especialización. Los resultados mostraron que, mientras existen elementos genéticos relacionados con la superficie de la corteza que se tienen actividad durante el desarrollo fetal, existen otros distintos genes que se relacionan con el espesor de la corteza y que tienen actividad durante la adultez. Además, se vio que las personas con riesgo genético para desarrollar depresión o insomnio pueden presentar una menor superficie, mientras que las personas que tienen un riesgo genético de desarrollar Parkinson presentan una mayor superficie.
La investigación apoya la hipótesis de que existen distintos mecanismos de desarrollo que promueven ya sea la expansión del área de la corteza cerebral o su aumento en espesor. Además, aumenta nuestra comprensión sobre la arquitectura genética de la corteza del cerebro de los humanos. Finalmente, el que existan alrededor de 175 características genéticas relacionadas con la superficie y 10 que tengan influencia sobre el espesor de la corteza sugiere que una buena cantidad de genes están involucrados en el desarrollo de ciertas zonas del cerebro. Y a su vez, que la constitución genética de cada persona podría estar relacionada con sus funciones cognitivas. Es decir, que los genes de Einstein pudieron ser parte de la causa de que su cerebro fuera de esa manera. El que su inteligencia fuera resultado de eso todavía seguirá siendo un tema altamente controvertido.
En este enlace podrán encontrar el artículo donde se publicó esta reciente investigación.
En este enlace podrán encontrar un comunicado de prensa.
En este enlace podrán encontrar el artículo de 2013 donde se describe el cerebro de Einstein.
En este enlace podrán encontrar más datos curiosos sobre la preservación del cerebro de Einstein.
En la imagen se ve el cerebro de Einstein con pequeñas señales sobre sus partes, mismo que se tomó del artículo de Falk, D. et al. (2013).