Texto original de Alma Delia Méndez de Jesús.
Provengo de un seno familiar indígena con mujeres fuertes, mi madre y mi abuela, como referencia en mi niñez, pero un perfil científico cercano, nunca. Aun así, desde pequeña me maravillaba al observar plantas y animales en los jardines y parques cercanos a mi casa y por supuesto, con esos documentales al estilo National Geographic sobre comportamiento animal que llegaban a pasar en tv abierta. Siempre quedaba asombrada pero no sabía que profesión tenían aquellas personas hasta que en cuarto grado de primaria una profesora me dijo “las personas que ves ahí son biólogos”. Desde ese momento y hasta la fecha, supe que era lo que quería ser de grande, pero fue complicado al inicio pues nadie en mi familia había tenido estudios y tampoco conocían sobre aquella profesión que anhelaba.
Así pasaron los años y durante mi educación básica jamás mencionaron a alguna científica mujer; nunca conocí a alguna en persona relacionada a las áreas STEM y mi referente era Steve Irwin, el cazador de cocodrilos. Además, al no ser una alumna de excelencia y por ciertas características de mi persona, me bombardeaban con ideas de que la ciencia era demasiado para mí, que tal vez debería dedicarme a otra cosa pues, para empezar, llevaría materias difíciles y en segunda, que el trabajo de biólogo es más para hombres que para mujeres…pero entre mi rebeldía de adolescente y mi deseo, me aferré aún más a la idea de ser bióloga. ¡Vaya sorpresa para todos cuando entré a la carrera! Aunque he de admitir que llegué a preguntarme varias veces si estaba en el camino correcto.
Lloré, sufrí, reí, me di por vencida y volví a levantar la toalla durante el trayecto pero hubo algo en particular que me hizo querer salir del «molde» o más bien, de ese camino lineal que creemos será el futuro pues observe de primera fila la fallida relación entre ciencia y sociedad y como es que la academia y el gremio científico solo se ocupan de generar información para publicar artículos pero finalmente todo ese conocimiento se queda ahí, en revistas caras a las que solo pocos acceden y cuando son de conocimiento público son de poco interés pues el nivel de lenguaje es poco comprensible para quienes no han tenido el privilegio del estudio o no están relacionados con las ciencias exactas y naturales.
Fue así que nació mi determinación por compartir lo que tuve y tengo oportunidad de aprender cada día, eso marcó el inicio de SoulBiol como una ventana a un mundo extremadamente interesante, con la intención de cambiar la idea que se tiene de la ciencia y los científicos; que existe esa parte humana, que para los increíbles descubrimientos se pasó por un camino largo y a veces tormentoso, que no siempre debemos encajar en los estereotipos y sobre todo, porque la ciencia es para todos.
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