Escrito por: Dra. Karen Herrera–Ferrá, Fundadora y Presidenta de la Asociación Mexicana de Neuroética
Desde los inicios de la historia de la humanidad, los seres humanos nos hemos caracterizado por desarrollar constantemente herramientas para sobrevivir, florecer y sobresalir del resto de las especies. Este desarrollo de herramientas cada vez es más novedoso y sofisticado como lo vemos en los grandes avances científicos y tecnológicos que existen actualmente. Dentro de estos avances se incluye el nuevo conocimiento de las muchas y complejas funciones del cerebro, como por ejemplo, el entender mejor como el cerebro genera rasgos de la mente como son emociones, pensamientos, conductas y enfermedades, entre otros. Sin embargo, ante este gran avance, también vienen implicaciones y preocupaciones sobre la posibles maneras de cómo se utilizarán estos nuevos conocimientos neurocientíficos, es decir, existen preocupaciones sobre el uso ético, legal y social de la neurociencia y la neurotecnología en el cerebro humano y en el cerebro de otros organismos. Incluso, existe la preocupación de que se están replicando ciertos datos y rasgos del cerebro y de la mente en la forma de inteligencia artificial.
Es por esto que nace la necesidad de contar con una disciplina formal que se encargue de analizar estas preocupaciones y que pueda guiar el desarrollo y el uso de la neurociencia, neurotecnología e inteligencia artificial, para garantizar que sean seguras, y que mejoren la calidad de vida sin que se amenace por ejemplo el cómo tomamos decisiones, nuestra identidad personal y personalidad, nuestra capacidad de ser seres morales, la privacidad de datos neuronales, un acceso justo para todos, a la dignidad, derechos humanos, etc. Y es así, como nace la neuroética.
Por otro lado, la neuroética también incluye aspectos de la bioética de la salud mental (ej. Psiquiatría, Neurología, Neurocirugía, etc.) como por ejemplo, aspectos sobre la capacidad mental del paciente para tomar decisiones sobre su tratamiento, la protección de pacientes con enfermedades mentales contra mal uso y/o sobre uso de diagnósticos, intervenciones y reclutamiento en investigación, así como determinar estados de conciencia y muerte cerebral, entre otros.
Un punto importante por considerar es que México y otros países de Iberoamérica tienen una cultura muy diversa y es de esperarse que algunas preocupaciones neuroético, legales, sociales, culturales e incluso políticas, sean diferentes a la reportada en los países que desarrollan mayormente neurociencia, neurotecnología e inteligencia artificial, como son EUA, Europa, Canadá, Japón, Australia, Corea del Sur, China, etc.
En la Asociación Mexicana de Neuroética nos enfocamos en estudiar estas posibles diferencias para promover el avance de la neurociencia, neurotecnología e inteligencia artificial acorde con las necesidades de México y de otros países de Iberoamérica.
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